César era un joven de 16 años, que jugaba fútbol en un pequeño equipo de la colonia.
Vivía en Tepito, una zona popular de la Ciudad de México. César juegaba a un nivel superior que todos sus compañeros.
Constantemente la gente le decía que debería ser jugador profesional. Con este tipo de comentarios, César fue creciendo en ego y un día decidió tomar sus zapatos de fútbol e ir a la puerta del Club de Fútbol América, en Coapa.
Tocó la puerta diciendo con una gran sonrisa que había llegado el delantero por quien habían estado esperando tanto tiempo. El visor que lo atendió encontró simpático el cinismo del muchacho, y lo puso a jugar.
César se encontraba ya en las inferiores, y todo el cuerpo técnico del primer equipo esperaba ansioso que César madurara un poco para subirlo. En ese momento, Edo, su promotor, comenzó a desarrollar una extraña atracción por el muchacho, y constantemente estaba insinuándole y provocándolo, diciendo que era la única manera de que él subiera al primer equipo. César lo ignoró, y se dedicó a jugar fútbol. Cambió de promotor y subió al primer equipo.
Edo, enojado, se propuso acabar con la carrera de César, y comenzó a dar entrada a periodistas a las concentraciones, poniendo en el centro de las noticias a César, quien ya era una promesa para el siguiente mundial. Edo construyó una relación de parcería con el jugador, y le conseguía entrevistas con los periodistas nacionales e internacionales más destacados. Comenzó varios rumores de que lo querían en países europeos, le consiguió salir en la portada del juego de video de la FIFA y César comenzó a ser un suceso en el país, con tan sólo media docena de partidos jugados.
Edo le consiguió una mansión en el Pedregal, con una gran televisión, donde estaba sintonizado todo el día la cadena de noticias deportivas más grande a nivel mundial. Edo hacía llegar a casa de César los periódicos y revistas que hablaban del jugador.
César comenzó a perder el piso: vivía obsesionado con su figura, con su imagen. Vivía pendiente a qué se escribía y se hablaba de él. Hizo que le hicieran un respaldo de todas las plataformas en las que salía. Contrató a alguien que controlara sus redes sociales, y se la pasaba ejercitando, iba a consultorías de imagen y se convirtió además de jugador de fútbol, en modelo. Cuando jugaba partidos, lo único en lo que se preocupaba era en verse en las pantallas y tener una buena imagen.
Cuando estaba en la cumbre del éxito mediático, Edo sembró en los periodistas la semilla de que César no estaba realizando nada de provecho y que era un desperdicio. De esta manera, comenzó a recibir críticas destructivas y poco a poco dejó de ser el centro de atención.
Esto lo conmocionó, y se obsesionó de manera enfermiza de su imagen de hacía algunos meses, se deprimió al no poder conseguirla de nuevo y comenzó a perderse en su soledad. Edo le prometió que volverían a hacerlo lo que un día fue, y le presentó las drogas, mundo en que César se perdió.
No hay comentarios:
Publicar un comentario